SEGUNDA PUBLICACION
i)
Cada valor es un objeto, es decir, algo que es
valorizado, apre- ciado. De esta manera la patria, la fe cristiana, el trabajo,
la educación,
la familia, el tiempo libre, la fidelidad pueden llegar a ser valores.
Todo elemento de la realidad social, del universo espiritual y moral puede
tener un aspecto de «valor» en la medida que ese elemento es estimado o
rechazado, alabado o condenado.
i)
Este objeto es calificado por un juicio como
precioso o des- preciable, bueno o malo, útil o inútil, verdadero o falso,
deseable o indeseable, bello o feo. La sentencia obtenida es un juicio de valor. Por ejemplo, podemos
decir que la patria es inviolable y hay que combatir a sus enemigos, que la fe
musulmana es la única, sola y ver- dadera y que los infieles cometen un error,
que el trabajo es digno y que las ganancias a costa del trabajo son justas, que
la familia es sa- grada y que el divorcio es un fracaso. Los juicios de valor se inspiran en un largo
abanico de principios que sirven de criterios a las opinio- nes, a las
creencias, a las convicciones y a las elecciones.
ii) Los
valores se convierten en «normas» desde el momento en que comandan o reglan las
conductas, prescribiendo una línea de ac- ción. Las normas tienden a conformar
los comportamientos y los com- promisos con los valores declarados. Si la
patria es inviolable, uno debe ser patriota y defenderla; si el Islam dice la
verdad, uno debe obedecer a sus mandamientos; si la educación es importante,
uno debe educarse, si la familia es sagrada, uno debe ser fiel a la suya. Los
valo- res fundan las normas y las normas orientan los actos.
iii) Los
«portadores de los valores» son
actores individuales o colectivos o grupos sociales. Nosotros podemos hablar de
valores de tal o cual persona, valores de los socialistas, de los comerciantes,
de los jóvenes, de los argentinos o de la cultura gitana.
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